1. Médico Neurólogo. Ms(c) Epidemiología Clínica. Red de Eficacia Clínica y Sanitaria.
2. Médico en Salud Pública. Revisor de Revista Comunidad y catedrático universitario
3. Abogado. Analista Político. Director Periodístico de valor.pe.
4. Abogado y Congresista de la República del Perú.
La situación actual:
1.El Perú es uno de los tantos países en los que se repite un viejo modelo económico que se ha caracterizado, entre otras deficiencias, por el abandono del sistema de salud. Lo que se traduce en una escasa asignación presupuestaria (3.3% del gasto público) que se encuentra por debajo del promedio latinoamericano (7%) y de los países de la OCDE (10.1%) y refleja un financiamiento en salud inequitativo (Gasto Público en Salud/PBI <6%)1.
Adicionalmente, en nuestro país se sufre de otras condiciones que agravan aún más la precariedad de nuestro sistema de salud como su excesiva fragmentación en 5 sectores (MINSA, ESSALUD, FFAA, PNP y sector privado), donde el Gasto de Bolsillo representa la principal fuente de financiamiento, de hasta un 39% del gasto total en salud2. Un primer nivel de atención donde se refleja con mayor dureza el abandono presupuestario y político de nuestra sociedad con respecto a la salud. Una distribución de recursos humanos sanitarios que son atraídos preferentemente a la metrópoli y grandes ciudades, con abandono de las regiones más empobrecidas de nuestro país. A todo lo anterior se agregan los escandalosos casos de corrupción que generan forados inmensos en ese ya, de por sí, mínimo presupuesto.
Estas condiciones se traducen finalmente en bajos estándares de calidad de los servicios de salud y en elevados indicadores de morbilidad y mortalidad de enfermedades evitables como: una tasa de malnutrición que en Huánuco llega al 32%3, en menores de 5 años el 32% presentan anemia1 y las infecciones respiratorias bajas siguen siendo la causa principal de muerte en nuestro país4.
Sigue leyendoLic. Educación, Escritor
Docente – Facultad de Ciencias Sociales, Educación y Comunicación (Universidad Nacional Santiago Antúnez de Mayolo), Magíster en Literatura Peruana y Latinoamericana (Universidad Nacional Mayor de San Marcos), Doctorado en Literatura (Universidad Nacional Mayor de San Marcos).
La pandemia causada por el COVID-19 a estas alturas es ya una tragedia mundial cuyos efectos son incalculables en todo orden de cosas. En primera instancia es un tema de salud, ciertamente. Entonces los lectores se preguntarán a qué propósito viene asociar la pandemia con la literatura.
La literatura es un mirador de la condición humana a través de sus diversos géneros; como tal su lectura no solo es un viaje a un universo interesante sino también una invitación a la reflexión, sea personal o sea dialogada con otros lectores. Claro está que también hay lecturas académicas y profesionales, cuyo ángulo no es el que hoy llama nuestra atención.
La creación literaria tiene la virtud de mirar la condición humana desde horizontes sin límites. Uno que destacaremos en estas líneas es de carácter temporal. A veces los narradores, poetas o dramaturgos pasan revista del pasado y en otras se proyectan al futuro. A veces parten del pasado y hacen vislumbrar al futuro. Las novelas de Julio Verne se definieron como imaginación futurista. Cualquiera que sea su perspectiva la creación literaria siempre es una reflexión acerca del ser humano.
Esta vez queremos apuntar a dos grandes escritores y buscarle conexión con lo que nos viene pasando a los seres humanos en una guerra de final incierto contra un enemigo llamado COVID-19, causante de una pandemia destructora de la vida humana. Se trata de José Saramago y César Vallejo. El primero, un novelista portugués que alcanzó el Premio Nobel de Literatura. El segundo, nuestro compatriota reconocido como el poeta del dolor humano. Esta vez nos dedicaremos al novelista.
Saramago y la ceguera humana
José Saramago escribió una novela titulada Ensayo sobre la ceguera (1995). La trama da cuenta de una epidemia de ceguera que afecta a una ciudad. Una a una las personas se vuelven ciegas; el mal es tan contagioso que el gobierno recurre al recurso del aislamiento confinando a un grupo en cuarentena dentro de un manicomio; una especie de cuartel de donde están impedidos de salir. En una gran parte de la novela se da cuenta de la existencia que llevan los ciegos dentro del encierro; otra parte menor está dedicada a la aventura de los sobrevivientes ya en la ciudad hasta que recuperan la visión.
En los dos espacios en que se desarrollan los hechos se deja apreciar el gran poder fabulador de Saramago. ¿Qué pasará con un conjunto de seres humanos que primero son encerrados en una especie de prisión de donde no pueden salir? Lo primero que podríamos pensar es que en situación tan grave esos seres humanos saquen a relucir lo mejor de sí para sobrellevar su desgracia juntos y hacer que la vida sea más digna para todos.
Docente – Universidad Nacional del Callao, Maestría en Docencia e Investigación Universidad Nacional del Callao), Maestría en Políticas Públicas (Universidad Nacional Mayor de San Marcos), Maestría en Epistemología (Universidad Nacional Mayor de San Marcos).
Revista “Pueblo” amanece hace cuarenta años, en momentos que el país entraba en la fase de “democratización”, y a la vez, en el fracaso de las políticas neoliberales; por tal, se convierte en tribuna natural de expresión de lucha contra la corrupción, explotación e injusticia y se fortalece con el espíritu de la clase trabajadora. Hoy busca consolidar los lazos que hace 30 años quedó en ser puente de expresión de los pueblos profundos, de los deseos de cambio; están en esta tarea quienes mejor bebieron los deseos de servir al cambio social cultural. Por tal, “Pueblo” aparece con espíritu y fuerza en momentos en que un virus ubica los defectos del modo de producción capitalista y de su estructura social; con el ímpetu y visión que José y Tomás proponen la orientación social, política y cultural que el pueblo trabajador espera.
Revista “Pueblo” no puede contar el ayer como el mañana, como unidad de análisis, si no entendemos que esta crisis de salud pública global, es crisis política, social, estructural del país y de los pueblos dependientes como el nuestro, es reflejo del modelo económico capitalista. Así mismo, nos ha demostrado que labrar al hombre en acciones separadas, forjarlo en un comportamiento individual nos lleva al fracaso; y hoy lo ha desnudado a tal punto, que lo ha ubicado lejos de la realidad social. Ese hombre global, formado en una filosofía y modelo teórico para la gestión política de otras realidades, poco sirve para enfrentar una crisis en nuestro país. Por tal, toca ubicar ¿Cuál debe ser la naturaleza de la formación de los gestores políticos, y académicos?, en quienes recae el hacer de los lineamientos teóricos para enfrentar una crisis; o seguiremos el horizonte de la globalización, que nos ha llevado a la ceguera social-cultural, a la miopía sustantiva curricular de los doctorados y post grados, a copiar modelos teóricos que no corresponden al desarrollo económico social del país.
Si no contamos con lineamientos reales y concretos para enfrentar una crisis de salud pública, es decir, las circunstancias nos exigen un Programa de Gobierno, con lineamientos que se ajusten a las necesidades de la época, que fortalezca el desarrollo de los ejes productivos, con una filosofía de bienestar social. Y en ese orden los programas académicos deben alinear sus indicadores de investigación teórica, porque su reproducción depende de ella, del desarrollo alcanzado de los pueblos; y la ciencia política podrá amanecer activa, desnudando al intelectualismo, al empirismo, y fortaleciendo su propio hacer practico, en donde sus actores propondrán políticas públicas de interés, económico, social y cultural de su interés. Es decir, amanece el modelo teórico propio para solucionar los problemas de la región, y no la decisión pública unilateral, que vemos en los diversas actores políticos, nacionales, regionales y locales del país.
Por tal, a la revista “Pueblo” le toca seguir el rol protagónico, orientador y catalizador de las diversas ideas, en busca de construir un perfil social político cultural, que sirva para delinear el desarrollo espiritual de los pueblos; entendiendo que somos un país multicultural, con valores y una concepción del mundo definida. Además, dicha tarea se inició hace 40 años, con esfuerzo y humildad, con la visión de consolidar el bienestar social.